jueves, 2 de diciembre de 2010

Las sociedades que no rinden culto a la juventud se estancan.

Gracias a los jóvenes las culturas se transforman, reunidos se convierten en fuerza social; según la historia la conducta de los adolescentes es similar desde la época de Aristóteles –Sócrates, La Grecia clásica hasta en la actualidad. Fueron esos rebeldes jóvenes quienes hicieron a la Atenas del siglo IV AC el centro del mundo antiguo. Continuando su protagonismo durante los hechos más importantes de las sociedades en las diferentes épocas y continentes.

Es así como se resalta que en el siglo XX posterior a la segunda guerra mundial fueron los jóvenes quienes marcaron la pauta y comenzaron a tomar el protagonismo social, en su afán de mejorar sus niveles de vida, de reconstruir las sociedades junto con la idea de la posibilidad de crear y consolidar una forma de gobierno democrático, desarrollando nuevas ideas políticas, sociales, económicas y educativas, convirtiéndose en iconos siendo imitados por gran parte del mundo y posteriormente son considerados autores de sus propios cambios.

Los niños y adultos no transforman la cultura, los verdaderos trasformadores de la cultura son lo que abandonan la adolescencia y entran a la juventud perteneciendo a un grupo de edad propio, así adoptan nuevas teorías, palabras, moda, y serán capaces de llevarse sus actitudes inéditas hasta la edad adulta configurando el cambio social esperado (Pérez, J.)

Si una sociedad reconoce a sus jóvenes como un grupo invaluable e imprescindible y los puede integrar de manera activa y participativa en los procesos de gestión social, y si, a su vez ellos trabajan por ganar y conservar ese espacio, se cimentara un verdadero apoyo y acompañamiento social a los procesos de desarrollo juvenil. Con su creatividad y recursividad, los jóvenes tienen mucho que aportar en la búsqueda de soluciones no solo para ellos mismos sino para la sociedad en general.



Se concluye que en las sociedades donde los jóvenes tienen participación con identidades positivas pueden proyectarse hacia un mejor futuro.


Recomendaciones:

  • El conocimiento de los adultos (padres, docentes y restos de la sociedad), sobre las funciones biológicas del cerebro de los adolescentes, ayudaría a una mayor comprensión y comunicación con ellos.
  • Establecer estrategias en los centros educativos para estimular y potenciar el desarrollo de los tejidos cerebrales ayudando al desarrollo precoz de sus habilidades, potencialidades y personalidad, disminuyendo así su comportamiento impulsivo y evitándolas situaciones de riesgo (violencias, accidentes, etc.)
  • Incentivar la participación de los adolescentes en los problemas sociales para la construcción de metodologías, estrategias y técnicas de modelos para idear un mundo mejor.

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